He de convivir hasta la eternidad con mi propia asesina. Su método es sutil y directo: en el momento de la plenitud y claridad instala la confusión y el caos, la duda sobre todo lo que existe. Empieza con una mala digestión falta de apetito y después al pecho y sin que lo note empieza a faltar el aire. Los pensamientos y las palabras se tornan cada vez mas pesados y herméticos y el mundo es la peor tragedia griega... Paredón, callejón y ceguera. Pero una melodía suena y el lucero agonizante sueña un recuerdo: es liviana, tierna casi transparente y permanece en algún punto del tiempo, flotando...
La asesina, herida por la indiferencia, rapidamente huye a reunir las furias y regresar en cualquier momento de debilidad...
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